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El Carruaje del Diablo

Cuentan que a principios del siglo veinte, el pueblo de Tupiza era un centro minero, pequeño y sin servicios básicos, la energía eléctrica estaba lejos de llegar a esta parte de Bolivia. Las calles eran de tierra con cascajos.
Por aquel entonces, la gente acostumbraba recogerse temprano a sus hogares, los niños luego de hacer las tareas, se acostaban a dormir.
Se cuenta que los días viernes, al promediar la media noche, se escuchaba transitar por las calles un elegante carruaje negro, tirado por dos briosos corceles del mismo color. Se dice que era el mismo demonio que acudía a la casa de un conocido minero, allí, en su finísima sala, jugaban a las cartas y a los dados hasta cerca del amanecer; pero lo cierto es que jamás se escuchó que el carruaje se retirara del lugar, simplemente desaparecía.
El rico minero, todos los fines de semana hacia traer un contingente de gente de sus minas a fin de que trabajen en su mansión, el día lunes cuando retornaban al campamento minero, uno de ellos faltaba, desaparecía sin dejar rastros.
El argumento del patrón era que había desertado o escapado para no pagar su vieja deuda económica.La creencia popular afirmaba que el poderoso minero se lo había entregado al diablo a cambio de vetas de oro. Pero esta no es la única leyenda que se cuenta en Tupiza.