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Leyenda del Viejo Molle

e los parajes que tienen una tradición que muy pocos la conocen en Tupiza de hoy; si nos remontamos más o menos a dos centurias del pasado, debemos decir que en ese lugar existía mucho cieno o lodo y nuestros abuelos cuidando del buen castellano que usaban, denominaron al lugar como “El Lamedal”, de donde deriva la palabra “La Lameda”
Hoy contemplamos emocionados al vetusto y centenario MOLLE DE LA LAMEDA, los que conocemos de su tradición y años de historia; mas quienes ignoran los pasajes tan emotivos que vivió el pueblo Tupiceño, muchas veces se atrevieron a sugerir, que es MOLLE DEBIERA DESAPARECER Y SER DERRIBADO, ya que su siniestra figura y la humildad de su origen, no dice bien de una moderna ciudad que ahora ostenta la bella Tupiza.
Como no hablar de este mudo testigo del pasado, el “Schinus Molles”, legendario compañero de los abuelos, que otrora se alzó brillante en su follaje donde la madre desconsolada daba la bendición al hijo que partía tras sus sueños en busca de mejores oportunidades y el padre estrechaba en sus brazos al mozo orgullo de su apellido y su sangre, el lugar donde se juraron sus amores, una y mil veces, los enamorados, de ayer.
Comenta la tradición, que un viejo hidalgo, vecino de la zona, vino cuidando por mucho tiempo un insignificante terebintáceo, que crecía en medio de los churquiales y al borde del lodazal en la orilla del pueblo, se había propuesto hacer de él, un frondoso árbol; paso el tiempo y el senil vecino murió; y tal cual el deseo del anciano , el árbol crecía y daba sombra al fatigoso viajero, a las mujeres chicheras que ofrecían su chicha a cuanta persona pasaba por el camino. Fue en la época de las republíquelas que se inmortaliza EL MOLLE DE LA LAMEDA.
Concluida la batalla de Suipacha, las huestes españolas derrotadas, las legiones patriotas toman Tupiza, cuartel general del ejército español y fuel allí bajo la sombra del esbelto MOLLE QUE CINCO GRANDES HOMBRES DE LA EMANCIPACION AMERICANA JURAN CONTIUAR CON LA CONTIENDA HASTA EXTERMINAR AL USURPADOR IBERICO, fueron ellos, Teniente. Martin M. Güemes Comandante de los “Húsares”, Vicente Camargo, Capitán de los “Lanceros de Cinti”, el Coronel Pedro Arraya Comandante de la “Caballería Chicheña”, y presumiblemente el guerrillero tarijeño Eustaquio (Moto) Méndez.
Suipacha, Tumusla, Ingavi, Iruya, Montenegro, Tambillos, Alto de la Alianza, el Acre y el Chaco Boreal, epopeya epónima de los centauros del sombrero alón, son solo algunas de las épicas hazañas chicheñas, que dieron gloria a la huestes de la patria. Esos miles de centauros se postraron en unción patriótica al pie del histórico MOLLE DE LA LAMEDA y murieron de cara al sol, recordando el solemne juramento de “Morir antes que esclavos vivir”.
Como no recordar, las alegres notas de las comparsas en los carnavales de la tierra, que bajo la sombra del viejo turbinto, cantaban y bailaban entusiasmados y que aún permanece en la gente de ayer los estribillos del recuerdo.
Recordar la casi ya olvidada Fiesta de Reyes, orgullo del pueblo chicheño, donde demostraba el hijo de esta tierra su maestría de gran jinete, que le diera la fama de “Centauro del Sombrero Alón”
Viejo Molle, árbol de mi tierra,
Orgullo latente de su historia;
Te yergues rudo, soberbio y solitario,
A la entrada del paseo de LA LAMEDA.
Eres el alma del pueblo sureño,
De sus glorias eres el mudo testigo;
Con reverencia, Viejo Árbol, te saludo,
Y a tu sombra, aun, hoy me cobijo.
Que no diera por verte siempre esbelto,
Que el tiempo se detenga y estés vivo;
Que tus ramas amparen mi terruño,
Y te plantes por siempre fuerte y altivo.