Es una vieja tradición, contada noche tras noche por los papas y abuelos, se dice que ocurría su aparición una vez al mes. Al acercarse la media noche, el Carretón surgía por la antigua calle del Cementerio, hoy Chuquisaca, lentamente el carretón avanzaba por las principales calles, los ejes crujían entremezclándose con el ruido de las ruedas al rodar sobre las piedras.
Era un carretón sin barandas, rústico, tirado por bueyes oscuros que avanzaban en señal de portar una carga pesada. La creencia popular era que se trataba de una aparición fantasmagórica, los ojos de los animales y del conductor, chispeaban, brillaban amenazantes, por lo que jamás nadie se atrevió a cruzarse en el camino del Carretón de la otra vida.
El carretón cargaba sobre su plataforma un cajón de muerto, negro y brillante, con el ataúd hacia un recorrido fijo, luego de cumplir con su itinerario, se perdía por la Av. Saturnino Murillo, despertando el susto tal como había ingresado.