El portero del Colegio Nacional Suipacha de Tupiza, encargado de la limpieza, ordenamiento de pupitres y mesas de aulas; era una rutina que se cumplía al finalizar el día.
El portero, se esmeraba en el trabajo, trataba de culminar lo antes posible, pero dada la cantidad de aulas, su trabajo se prolongaba hasta muy tarde.
El esmero que le ponía a su trabajo, se debía a la responsabilidad que siempre demostró en el ejercicio de sus funciones, pero también se debía a su temor al duende. Contó alguna vezde una serie de hechos que le sucedieron durante días y años en el ejerció de sus funciones, primero soportó sólo los ruidos y apariciones, luego en compañía de su esposa y, finalmente, de su hijo mayor. Desde su ingreso a la portería, le tocó vivir en los predios del Colegio Nacional “Suipacha”, construyó su vivienda frente al patio que fungía como campo deportivo y de educación física.
Cuenta que en las noches, mientras barría, limpiaba o acondicionaba los bancos, repentinamente se apagaba la luz de ese curso, prendía el interruptor, se alejaba unos pasos, de nuevo se apagaba la luz, había veces que era mejor dejarla apagada e irse a otra aula. También sucedía que terminaba su labor, apagaba la luz, pero apenas se alejaba, de nuevo se prendía la luz, la mayoría de las veces era inútil batallar con el duende, era mejor dejar la luz como él deseaba.
En otras ocasiones, finalizado el trabajo, el aula estaba en completo orden, pero de pronto se escuchaban estrepitosos ruidos y golpes de sillas, mesas y bancos, se daba la vuelta y se encontraba que todo el mobiliario estaba amontonado, ordenaba los muebles nuevamente, pero de improviso, todo estaba de nuevo en desorden.
El aula que siempre le sorprendía con algo nuevo, era el que se encuentra en la esquina de la calle “Chuquisaca” y calle “Arturo Aranibar” aula donde se encuentra la tapa de la entrada al túnel; según se dice, este túnel conduce a la Iglesia Matriz de Tupiza.
Alguna oportunidad un grupo de alumnos de colegio ingresó y recorrió por el subsuelo unos 60 metros, alumbrando el túnel con linternas; el túnel continúa hacia la avenida “Saturnino Murillo” y calle “7 de noviembre”.
Los aparecidos del Colegio Nacional “Suipacha”, siempre estuvieron ahí, en el patio, en la cancha, los porteros y su familia, escucharon sus pasos, murmuraciones y, en ciertas ocasiones, los vieron caminar por los alrededores o sencillamente se los podía ver parados, en posición de espera.
Estos fenómenos fueron compañía por muchos años, hasta llegaron a acostumbrarse a ellos; nadie sabe realmente cuando desaparecieron o disminuyó su actividad,...
Pero de vez en cuando, reaparecen para molestarle.